Se acaba el curso escolar, pero no los piojos en verano
Muchas familias piensan que el gran foco de contagio de los piojos es el colegio, y no se equivocan, pero tampoco deben relajarse demasiado porque el riesgo de coger piojos en verano sigue existiendo aunque las clases se hayan terminado porque el verano es una de las épocas favoritas para estos antipáticos bichitos, la buena temperatura hace que estén más activos.
También es la estación favorita de los mosquitos (Dios los cría…). Además, en verano los peques de la casa hacen todo tipo de actividades que favorecen la propagación de piojos, tales como ir a parques, campamentos, escuela de verano… por lo que no sólo no debemos relajar las medidas de prevención, sino que debemos aumentarlas.
¿Qué hago para proteger a los niños de los piojos en Verano?
Así que hazte con un par de botes de Spray Neositrín Protect antes de iros de vacaciones porque, como siempre decimos, más vale prevenir que luego andar despiojando niños en la casa del pueblo o de la playa. Y es que la arena la carga el diablo porque, curiosamente, las liendres pueden sobrevivir en ella hasta 15 horas después de haberse desprendido del cabello. Así que imagina una pandilla de niños y niñas rebozándose en la arena en una apacible tarde estival, y lo que puede llegar a acarrear si uno de ellos tiene pediculosis y los demás no llevan tratamiento de prevención… Por ello los adultos también debemos revisar nuestro cuero cabelludo de vez en cuando estas vacaciones, ya que lo normal es que nos descuidemos y acabemos compartiendo toallas de playa o de piscina con nuestros hijos.
Y hablando de piscinas (y piojos)…
Y hablando de piscinas, la buena noticia es que en el agua es difícil que haya piojos flotando esperando a instalarse en otra cabeza, ya que, a pesar de que pueden sobrevivir hasta 24 horas en agua clorada, estos angustiosos animalitos no saben nadar, así que permanecerán inmóviles agarrados al cabello, siendo poco probable que se desprendan, a menos que mueran. Pero ojo cuando salen de la piscina y se tumban en el césped todos juntos creando un batiburrillo de toallas, cabezas y pelos donde no se sabe dónde termina uno y empieza otro. Ahí es cuando las madres y padres: o nos llevamos las manos a la cabeza, o sacamos a nuestro hijo del grupo o respiramos con alivio porque nos hemos acordado de ponerle repelente de piojos.