Los piojos no dan vergüenza

Creo que cuando se da el caso de un contagio de piojos en un niño, este es quien lo pasa peor. La sensación de vergüenza, el miedo al qué dirán, a cómo reaccionarán sus compañeros, incluso la culpa que pueda sentir por el hecho en sí de tener piojos son los miedos que acompañan a los más pequeños.

Pero, hoy en día esto tiene una solución tan fácil que no debería preocuparles ni preocuparnos, si ponemos los medios adecuados en cuanto tenemos la certeza de que los piojos se han instalado en su cabecita.

Gran parte de la culpa de que esto ocurra es nuestra, de los padres y madres, y de la forma que tenemos, a veces, de expresarnos, usando frases demasiado incisivas, que hacen que el niño se sienta, en cierta medida, responsable de lo que le ha pasado por no haber tomado las medidas de precaución necesarias.

Esto le hace sentirse mal y avergonzado por algo que realmente, si lo pensamos, escapa casi por completo a su control incluso del nuestro. Es cierto que, podemos tomar medidas de precaución como los sprays repelentes tipo Neositrín Protect, pero ninguno está libre de que estos pequeños parásitos se encaprichen de nuestro pelo y se empeñen en instalarse en él.

No es por falta de higiene

Por eso debemos de dejar claro a nuestros hijos que si esto sucede no nos tenemos que centrar en buscar culpables, sino soluciones. Hay que explicarles que no se debe a la falta de higiene, como antiguamente se pensaba. Los piojos no tienen preferencia por un tipo de pelo en concreto, todos son candidatos a ser infestados.

Ayudar a expresarse

Es importante que expresen cómo les hace sentir esta situación tan desagradable y favorecer la comunicación. Probablemente, preguntándole abiertamente no consigamos que se abra, pero si lo hacemos a través de un cuento o una historia, podamos ayudarles a expresarse y le ayudaremos a sentirse mejor.

Contar anécdotas

Una ayuda a la que podemos recurrir es la anécdota histórica del método de elección del alcalde de un pueblo holandés en la Edad Media, que se elegía según la barba que escogiera un piojo entre las de todos los candidatos.

Si le quitamos importancia y descargamos el peso de la culpa del contagio a nuestro peque, seguramente se sentirá mejor y se centrará en tratar de colaborar en solucionarlo, en lugar de esconderse u ocultar lo que le ha pasado.

Una buena idea es contarles cuando de pequeños nosotros mismos tuvimos piojos, cómo nos sentimos, y cómo finalmente todo se resolvió sin el menor problema. Además, antes los métodos para eliminarlos no estaban tan avanzados como ahora (yo recuerdo que mi abuela los quitaba con vinagre y aceite, y aquello, a parte de no ser eficaz, era una odisea…).

Evitar el drama

Si en la familia algún hermano suyo ya los ha tenido, probablemente tendrá la situación más normalizada, y podemos recordárselo para quitarle importancia. Pero lo más importante, y lo que no debemos olvidar, ya que tendemos todos los padres y madres a hacerlo (la primera, yo) es no dramatizar ni rasgarnos las vestiduras o poner cara de asco cuando se nombra la palabra «piojo».

Madres cabreadas.

 

Madres Cabreadas
María Sánchez
Autora del blog Madres Cabreadas